Traición 9: La Emboscada.
Anteriormente en Traición: La cacería ha comenzado, la reina se ha separado para perseguir a su presa sin conocer que es perseguida por los mercenarios para matarla. Dos esclavos también siguen a los mercenarios.
Llevan toda la mañana siguiendo al grupo de mercenarios. El plan que tienen es simple: seguirlos hasta dispongan de una oportunidad para atacarles. Cuando menos se lo esperen.
El problema que tienen es que van en caballos, y, aunque sea un bosque, van más rápido. Ellos los siguen a pie, pues al hacerse pasar por esclavos no pueden tener caballos. Han corrido sin descanso.
Al final se paran y escuchan la conversación.
– Aquí está la reina. Recordad, tenéis que haceros pasar por seguidores del Gran Sol. Ahora rodeadlos para que nadie escape y pueda dar la voz de alarma.
Los veintes mercenarios, al separarse, se dividen parejas y rodean al grupo de la reina y a su guardia. Quedan cuatro para coordinar el ataque.
Ellos, sin apenas recuperar el aliento se lanzan al ataque. Desenvainan una espada cada uno. A los dos primeros mercenarios les clavan las espadas en el cuello y los derriban. Se montan rápidamente en los caballos para tener altura. Los otros dos se han dado la vuelta.
– ¡Cuidado, mi reina, una emboscada! ¡Dirigíos al oeste todavía no está cerrada!
El grito sale de la general mientras que los otros dos ya han dado la vuelta a los caballos. Antes de que los mercenarios tengan tiempo de reaccionar han cargado contra ellos con sus propios caballos buscando con las espadas las costillas. Los mercenarios son capaces de interponer sus propias espadas, pero el golpe ascendente no lo paran. Ambos reciben una herida en la cara lo que provoca que se queden momentáneamente ciegos. No ven que las espadas ascienden golpeándoles en la cabeza haciéndolos caer. Rápidamente, espantan a los caballos de los mercenarios muertos. Se van en busca de la reina.
La encuentran en un pequeño claro donde su guardia ha tenido tiempo de formar un círculo para defenderse de la emboscada. Dentro del círculo está la reina con tres de sus damas, y las cuatro disparando flechas a los mercenarios que intentan llegar. Cada flecha da a un soldado por lo que los atacantes se van diezmado. La totalidad de la guardia, es decir, los diez soldados que tiene a su mando la capitana se disponen para luchar con los doce mercenarios que quedan. Éstos no se han fijado en los dos que acaban de salir por lo árboles por lo que no pueden evitar los dos ataques que les llegan por la espalda. Además, al mismo tiempo, la reina y sus damas han vuelto a cargar las flechas y vuelven a disparar dando, otra vez, a cuatro blancos rápidamente. Dejan a los seis mercenarios que quedan al mando del jefe que da las órdenes, quienes viendo que está todo perdido intentan una acción desesperada: el ataque directo en una pequeña formación en cuña.
La guardia no solo lo rechaza fácilmente, sino que puede coger prisioneros a tres de ellos. La reina está a salvo.
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