Traición 10: El interrogatorio.
Anteriormente en Traición: Después de evitar la muerte y la emboscada a la reina, se han capturado a varios miembros vivos para ser interrogados.
Después del intento de emboscada, en el claro del bosque sólo quedan tres de los asaltantes con vida. Están totalmente sujetos tanto por las cuerdas que atan sus muñecas como por las espadas que les apuntan.
Mientras su guardia los mantiene presos, la reina se acerca para interrogarlos:
– Tengo entendido que no queríais que acabara así. La pena por un intento de asesinato real es la horca.
– No diremos nada – dice uno de los presos. Mantiene la cabeza alta, orgullosa; no tiene ninguna herida visible. El otro se ve que sufre por la herida que tiene en el estómago, provocada por una flecha.
– Cogedle y sacadlo del claro.
– ¡Moriré sin decir nada! – grita mientras le obligan a irse a pie por la hierba.
La reina espera hasta que desaparece de la vista y no puede oír lo que le dice al otro.
– Si no se te hacen las curas morirás aquí mismo. Tú lo sabes y tu compañero también. Tengo una oferta que no podrás rechazar. Me dices quién te envía y qué quiere y a ojos de todos has muerto por la herida.
– ¿Me va a matar después de todo?
– No. Te ofrezco seguir con vida si me cuentas todo. Para el resto del mundo has muerto, pero podrás huir siempre que no vuelvas.
– El ejército mercenario planeó este ataque. Si matábamos a la reina como si fuéramos seguidores del Gran Sol, el rey nos dejaría sueltos y tendríamos plenos poderes. Queremos gobernar el reino.
La reina le mira fijamente y se vuelve tranquilamente ante las dos personas que la habían avisado de la emboscada. Los dos asintieron con la cabeza.
– Nosotros nos encargaremos de sacarlo del reino. Le esconderemos, protegeremos y les ayudaremos a pasar la frontera.
– Entonces todo de acuerdo, solo falta que el rey se enteré de esto.
– Majestad, perdone que la interrumpa yo recomiendo que el rey no sepa nada. – interrumpe la capitana de su guardia -Ahora mismo estamos fuera de cualquier ayuda de nuestro ejército. Los mercenarios tendrán más gente que nosotros y pueden lanzarse al ataque. Hemos sufrido una emboscada, pero la hemos rechazado sin tener ningún rehén. Han muerto todos. Cuando mi hermano y su amiga vuelvan de la frontera planearemos el siguiente golpe.
– Entonces ¿yo voy a morir o no? – pregunta preocupado el mercenario.
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