Traición 11: La batalla pasada.
Anteriormente en Traición: La reina se entera de que el ejército mercenario quiere tomar el poder. El problema es que está fuera del alcance de sus tropas y tienen que esperar a hacer sus siguiente paso.
Tras una semana y media de trayecto de los cuales dos días caminando entre las montañas llegan al río que hace de frontera entre los dos países y se acerca el final del trayecto.
– Este es nuestro final del camino juntos. A partir de ahora continuarás solo con el dinero que te han pagado. Yo que tú no volvería; solo encontrarías la muerte – le dice la general mientras que le dejaban, a parte del caballo que monta, una burra con las alforjas cargadas.
– ¿Para qué voy a volver? No tengo nada que hacer allí. Aunque anunciará todo lo que sé ante mis altos mandos me salvarán la vida. Al revés, huir todo lo que pueda de esto. Recogeré a mi familia del pueblo y huiremos por el mar. Con el dinero compraré una vida nueva para todos lejos de las luchas – dicho esto todos obligan al caballo y a la burra a seguir adelante en el río. Los animales se muestran recelosos del agua, pese a que en ese momento el río está muy tranquilo.
Los otros dos se dan la vuelta; les queda otra semana y media para volver. En tres semanas no se puede saber que podría haber montado a su vuelta así que tendrán que confiar en la palabra de que no va a volver.
– Mientras volvemos, general, me podías explicar que pasó después de que cayera en la lucha.
– ¿Qué había pasado?
– Cuando salían corriendo por detrás, reuní a una pequeña fuerza y cargamos directamente contra la puerta principal. Creo que aguantamos unos quince minutos hasta que fuimos rebasados. Nos mataron a todos mientras que a mí me tiraron al río.
Después de esos veinte minutos que nos disteis, pudimos ponernos cota de mallas y escudos. Mientras que una primera línea con los escudos y las espadas mantenían una defensa férrea las acometidas, los de detrás lanzábamos flechas para ocuparlos. Eran demasiados, demasiados y, aún así, aguantamos más de dos horas y media antes de que pudieran sobrepasarnos. Luego estuvieron más de media hora para cogernos vivos a los que quedábamos, pero vendimos cara nuestra piel.
– General, ¿cree que habrá más de los nuestros?
– Esa es una de las cosas que vamos a comprobar cuando volvamos a la capital. Si queda alguno de los nuestros lo liberaremos.
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