Silver 9
Entramos en las Rockers siendo los últimos de la compañía. Lo bueno de ser los últimos es que el resto de las antorchas iluminan la gran sala que precede a las Puertas. No se pueden apreciar casi ninguna de las esculturas y menos aún cualquier detalle de las paredes. Oigo que el mago dice a mi tía:
-¿No le enseñaste nada?
-Se supone que sí, pero nadie me escuchaba, así que me pondré yo- contestó mi tía con un suspiro.
Doy la vuelta para mirar que hace mi tía cuando veo que el mago me dedica una sonrisa y un guiño de ojos. Mi tía se acerca a una de las paredes y, estando completamente a oscuras, golpea levemente una piedra. En ese mismo momento toda la sala comienza a iluminarse. Los miembros de la comitiva empiezan a soltar exclamaciones de asombro a medida que observan con más detalles de las diferentes estatuas y los adornos de las paredes. El fuego de las antorchas se asemeja a pequeñas velas en una fogata de clan.
Tanto mi tía como el mago no se sorprenden nada; es lógico porque ya lo conocían.
-No hay ningún rastro de ella.
-Por ahora- añade mi tía – Esperemos que sigamos con la buena suerte que hemos tenido hasta ahora.
La caravana empieza a distribuirse por las diferentes cavernas en que se divide la Gran Sala. El mago y mi tía se colocan delante de mí guiándome con un rumbo fijo:
-¿Sabéis dónde vamos?- pregunto.
-Sí, vamos dónde está nuestra habitación. Si ella sobreviviera, nos la encontraríamos allí- me contesta el mago.
-Algún día me tendréis que decir quien fue ella.
Mi tía se da la vuelta y se me queda mirando a los ojos.
-Sobrino, ya te lo conté en su momento, pero si lo has olvidado en la cena te lo volveremos a contar. Mi amigo Zelendi se encargará de los detalles que se me puedan escapar.
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