Silver 18
Anteriormente en Silver en Regimiento Pok: El Regimiento Pok se convierte en la Guardia Personal del Príncipe heredero, trabajo que no es fácil, ya que está siendo perseguido para la actual mujer del rey, su padre.
Después de que el Príncipe me pusiera en antecedentes con los problemas actuales de su Reino decide que tenemos que presentarnos ante su padre, el Rey. Elijo llevarme a lo mejor de lo mejor de mis hermanos, a todos mis tenientes. El Príncipe mira los galones cuando nos situamos como su Guardia de Honor y sonríe. Ha visto el gesto que he hecho y le gusta.
-Capitán, aparte de mí, también quiero que cuiden de mi hermana. – dice como si acabará de acordar. La cláusula no incluía esa parte y, a lo mejor, pensaba que nos íbamos a negar, pero se llevará una sorpresa:
-Señor, tengo previsto eso. Después de tener la audiencia con el rey, la mitad de mis tenientes irán a conocer a la princesa y cuidar de ella. Tenemos suficientes soldados para poder cuidar de los dos.
-Muy bien capitán.
Poco después entramos a pie por la Puerta Principal de Nasoden, la capital del reino. Como es por la tarde, cuando el mercado principal ya se ha acabado, no hay mucha gente. Los que nos ven pasar, gritan y nos felicitan por controlar a los homs en las Rockers mientras que también alaban al Príncipe. Ese es el cariño del pueblo llano que me dijo el Príncipe. La calle principal es una avenida amplia que permite despegarnos alrededor de nuestro valedor sin problemas. No necesitamos llevar las manos a los pomos de las espadas ya que no hay peligro alguno por mucho que intentemos descubrirlo.
La segunda muralla, el comienzo del castillo real donde hondea la bandera del reino en lo alto. En esa segunda puerta hay más guardias que no dejan entrar a todo el mundo, pero al Príncipe heredero nadie le pone trabas. Dentro del castillo, todas las estancias están llenas de alfombras. Sin dirigirse a nadie, el Príncipe murmura:
-La mujer del rey siempre tiene frío.
Para mis ojos significa que los pasos estarán más amortiguados por lo que no podremos fiarnos tanto de nuestros oídos y hemos de estar más atentos a cualquier movimiento. Después de la entrada, hay un pasillo perpendicular y enfrente dos grandes puertas cerradas guardadas por cuatro guardias reales. Hacia allí nos dirigimos. Los guardias se cuadran y las abren permitiendo al Príncipe entrar seguido, inmediatamente, por nosotros.
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