Silver 15
Anteriormente en Silver: Dentro de las Montañas de Rocker, Silver cuenta a su sobrino Rodrick, con la ayuda de su amigo Zelendi, como fue la anterior expedición. La primera guardia de la noche ha desparecido….
Con la desaparición de la guardia, nadie podía dormir así que decidimos hacer lo que prometimos: encontrarlos a todos. Seguimos explorando el túnel con nuestras antorchas como punto de referencia en búsqueda de la guardia. Viendo que no encontrábamos nada, nos dimos la vuelta para contar lo único que sabíamos al resto. Por la noche, mientras descansábamos, desaparecieron los cinco miembros de la guardia; no teníamos más información.
En una de las otras tres expediciones paso lo mismo y en nuestra ignorante juventud decidimos estudiar en profundidad esos dos túneles para saber que les había pasado a los desaparecidos.
En ese momento me atreví a preguntar:
-Tía, ¿Cuántos miembros había en cada guardia?
-A eso ya llegaremos chaval. Espera un poco.
Decidimos que las guardias pasarían de cinco a quince miembros. De empezar veinte en cada exploración pasamos a cincuenta. Salieron con provisiones para cuatro días. A los de la primera expedición nos dejaron aquí para que descansáramos. Te lo resumo en que, de los cien exploradores, solo volvió uno con una antorcha en la mano, al cuarto día, gritando:
-Se los han llevado a todos. A todos. Ayudadme por favor.
El príncipe, al estar la mando, decidió que tendríamos que explorar el resto de los túneles con todos. Hubiera lo que hubiera, despertáramos lo que despertáramos en ese lugar, se pasqaría al resto de los túneles. Los doscientos exploradores que quedábamos, nos dividiéramos en dos para intentar llegar hasta encontrar el otro lado. Para sorpresa de nadie, tampoco lo conseguimos. En la primera guardia de la primera noche, desparecieron todos los que no estaban cerca de la luz. Unos diez decidimos intentar volver otra vez, mientras que el príncipe se llevó al resto más a dentro.
La última orden del príncipe fue: “Si no estáis conmigo, no tenéis ninguna antorcha”. No pudimos hacer nada para mantener nuestras antorchas se las llevaron todas. Ese momento fue la última vez que vimos al príncipe y a sus exploradores.
-Sus gritos me perseguirán el resto de mi vida -añade Zelendi.
Mi amigo consiguió hacer con su magia una luz que nos cubriera a todos y desandamos el trecho hasta volver aquí, al lugar de origen. Nuestros siete compañeros, presas del pánico, salieron corriendo cuando vieron las puertas. Al llegar nosotros, no había ni rastro de ellos. Es cuando nos dimos cuenta de que teníamos que salir, pero Persia lo supo; ella tendría que quedarse. Había que atrancar las puertas por fuera, para que no saliera nada, y por dentro, para que a nadie le resultará fácil entrar. No hubo forma de convencerla para tirar todo abajo.
En este momento mi tía se queda sin voz. Algo que no había visto en mi vida. Le hace un gesto con la mano para que siga Zelendi, este en un hilo de voz dijo:
-El resto ya lo sabes, nosotros salimos, ella se quedó. Le dejamos todas las provisiones que pudimos. Ahora a dormir.
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