Una confesión que puede cambiar el mundo
-No he llevado una vida lo que se dice de ser humano normal; bueno, a decir verdad, no estoy seguro de que mi vida se pueda denominar vida de ser humano, ni siquiera vida.
He utilizado a toda la gente que he conocido y a la que me ha caído mal, directamente, la he hecho desaparecer.
Al principio me metí en una banda de delincuentes para poder dar de comer a todos mis hermanos ya que mis padres no se preocupaban de eso sino de encontrar la forma en que la policía no los encontrara a ellos. Y le cogí el “gustillo”. Y conseguí ser el jefe de mi propia banda, con lo cual me distancié de mis hermanos…
-¿Y por qué me cuenta esto a mí, y sobre todo ahora? ¿Quiere que le confiese? Puedo abrir…
-No padre, ahora no quiero que me confiese, no podré contar mi historia dos veces.
– Hijo, ¿a qué te refieres con lo de ahora no?
-Padre, le importaría acompañarme. Ya que en mi vida he visto como las cosas pasaban y no he hecho nada por lo menos quiero elegir por qué morir.
-Hijo, un paseo no me vendrá nada mal a estas alturas de mi vida.
-Padre, usted no está tan mal.
El sacerdote esbozo una sonrisa mientras intentaba cerrar la puerta. El señor trajeado que le había empezado a hablar se limitó a empujar la pesada puerta para que el sacerdote pudiera poner la llave en la cerradura. Cuando consiguieron entre ambos cerrar el portón de la iglesia empezaron a caminar mientras el hombre del traje va indicando el lugar por donde ir.
-¿A dónde vamos, hijo? Si se puede preguntar, claro.
-Claro que puede preguntar, otra cosa es que le conteste. No, padre, es broma, a estas alturas de mi vida lo único que me queda de ser humano es el humor y no se puede decir que sea bueno. Vamos a la comisaría central, creo que se alegran de que aparezca por allí y además al comisario le interesará mucho mi confesión.
-Pero hijo, con el principio que me has contado y como dices que ha sido tu vida… ¿eso no puede ser bastante peligroso para tu propia existencia?
-Por eso le he dicho, padre, que lo único que voy a elegir es el porqué de mi muerte. Quiero que me maten por lo que voy a contarle a usted, padre, y al comisario que nos atienda.
-Hijo, ¿quieres la absolución?
-Puede que sea tarde para mí absolución padre pero no pierdo nada por intentarlo.
-Hijo, el Señor siempre te absolverá si lo pides con el corazón.
– Bueno padre, ya hemos llegado.
En una calle peatonal está situada la comisaría. Antes de entrar en ella les sale una policía que les pregunta:
-¿Qué quieren ustedes? ¿Presentar una denuncia?
-No, hombre, no. Dile a tu comisario que le ha venido a visitarle al que conocéis por el nombre de “La Sombra”.
-Sí, hombre sí, voy a molestar al comisario por un hombre que se hace llamar “La Sombra”.
-Tal vez te interese saber que se quién dirige la mafia napolitana en España, la triada china…
-¿Y qué más buen hombre? ¿Tal vez el asesino del delito que acaba de suceder?
-Hijo, eres muy descortés con este hombre que está intentado ayudar a resolver asuntos muy serios.
-Déjelo padre. Lo único que le interesa saber a este caballero es que tengo muchas formas de inmovilizarlo y pasar si sigue en su trece de impedirme entrar; y que lo mantendré así hasta que alguien me diga amablemente donde se encuentra el despacho del comisario.
-Quédense aquí; ahora mismo voy a ver qué puedo hacer por ustedes.
-Ah, por cierto, cuando hable con su superior o con el comisario, dígale que el de la foto que tiene en mi expediente, dada por la Interpol, no soy yo sino un jefe de la mafia a quién quería fastidiar; yo fui quién hizo la foto. Y, por cierto, los dos cabezones que le siguen, si se fija bien, tienen dos tatuajes iguales en la muñeca derecha. Los tatuajes son de un sapo. Póngale un poco de zoom para verlo con claridad que a simple vista no está muy claro.
Diez minutos después llega el mismo policía con cara de susto diciendo:
-Si hacen el favor de acompañarme, el comisario le está esperando a usted, señor “Sombra”, el sacerdote puede esperar en estas sillas.
-El padre se viene conmigo, gracias.
-Siempre que él quiera…
-Tranquilo hijo este hombre lleva más de media hora en mi compañía y si hubiese querido hacerme algo, habría tenido tiempo de sobra para hacerlo.
Acompañaron al policía por un pasillo en el que todos los despachos tienen las puertas abiertas, por las se asoman todos sus ocupantes observando a ese extraño grupo que acaba su trayecto una sala en el fondo, también con la puerta abierta. Nada más entrar “Sombra” y el sacerdote en ella, el policía que les acompañaban cierra la puerta por fuera y les deja dentro con un hombre sentado en un lado de la mesa que tiene un puro en la boca y con la camisa arremangada hasta los codos.
-Señor comisario, sabía que iba acabar reunido con usted en una sala de interrogatorios.
-No se preocupe no está detenido.
-Eso no me preocupa. Lo que me preocupa es que no estés grabando esta conversación porque posiblemente sea una de las últimas que haga.
-¿Por qué ahora? ¿Por qué con un sacerdote?
-Tranquilo señor comisario se lo explicaré poco a poco. Empezaré por el principio.
Comencé a realizar delitos debido a que éramos una familia numerosa y mis padres no ayudaban para nada. Eso solo fue el principio de todo. Continúe ayudando a la mafia rusa, a las tríadas y a todo el que tenga usted conozca y que ha hecho algo de mal en el mundo; con ellos he estado yo al menos una vez en mi vida. Lo único que me ha cambiado es conocer que tengo una hija; no sé quién es su madre, pero gracias a una prueba de paternidad sé que yo soy su padre. No podré cambiar nada de lo que he hecho, pero ya que voy a morir y, lo más seguro es que me mate alguien, prefiero que mi hija sepa que su padre murió intentando cambiar el sentido de su vida.
Usted, señor comisario, también ha preguntado porqué con un sacerdote. Porque también espero que Dios confié en que quiero cambiar y a la vez, si toda mi confesión sirve para que muchos de los imputados lleguen a la cárcel, mejor que mejor.
-¿Sabes, “Sombra” que todo lo que diga en este interrogatorio puede ser utilizado en su contra? ¿Sabe que tiene la obligación de que esté su abogado presente aunque sea de oficio?
-¿Sabe que cuando mis antiguos jefes y compañeros se enteren que estoy aquí harán todo lo posible para que no vea el amanecer de mañana? ¿Sabe que un abogado no serviría para nada solo para gastar un tiempo que no tenemos ni usted, ni el señor sacerdote que me ha acompañado tan amablemente, ni yo podemos gastar?
-¿Como sabe que sus compañeros y sus antiguos jefes sabrán que usted ha estado aquí? Le podemos poner como testigo protegido.
-Señor, con el debido respeto, nunca conseguirán protegerme.
-Creo que ya sé porque nunca te hemos cogido ni nunca te hubiéramos cogido si no te hubieras entregado. Usted no se fía ni de su propia sombra.
-No tranquilo, mi sombra hace que tiempo me dejo por otra persona mejor que yo. Una persona que tiene perjuicios para matar a un hombre con tres hijas, una hipoteca de doscientos mil euros y un preciosa mujer de cuarenta y cinco años. Por eso quiero cambiar, porque si consigo mantenerme con vida, pueda ser una persona a la que admire mi hija.
-Sombra, hijo, sé que aunque no lo consigas en esta vida conseguirás poner una piedra para que el Reino de los Cielos llegue a la tierra.
-No espero tanto padre, con un granito para hacer esa piedra me vale. Uno solo no hace nada, pero si mi hija ve que su padre no es tan malo como su leyenda a lo mejor poco a poco se cambiaría el mundo.
“Sombra” empezó a hablar sobre su vida de gánster; y estuvo durante varias horas hablando con el comisario, con el sacerdote y a la vez consigo mismo. Después de acabar de hablar el sacerdote le dijo:
-Ego te absovo en nombre del Padre, del Hijo y del Espirítu Santo.
-Comisario les recomiendo que, con el tiempo que he pasado desde que estoy con el padre desalojen la comisaría y me dejen a mí solo, y sobre todo, espero que la grabación de la cinta no sea la única.
-Sombra, la grabación está conectada mediante una red inalámbrica a mis superiores y a un conjunto de memorias que tienen un sistema único contra el hackeo.
-Eso espero comisario. Y ahora quiero que me dejen solo en esta comisaria que no sé lo que va a pasar, pero estoy seguro de que nada bueno.
-Adiós, Sombra.
Momentos después toda la comisaría había sido desalojada por orden del comisario y también, al mismo tiempo, los edificios del al lado. Diez minutos después de que se llevará a cabo el desalojo entero la comisaría explotó. La única víctima fue Sombra que se había quedado en la misma sala de interrogatorios.
En los periódicos de los días siguientes aparecieron varios asesinatos que nunca fueron resueltos. El primero de ellos fue el de un sacerdote asesinado por la espalda cuando estaba cerrando la iglesia por la noche, pero por mucho que buscó la policía nunca encontraron a su asesino, aunque el caso tuvo mucha repercusión en el vecindario ya que era una persona muy querida. Por otra parte, aún más gran repercusión tuvo el tiroteo en una comisaría recién inaugurada donde murió un comisario, fueron heridos cuatro agentes y cinco de los asaltantes no pudieron escapar debido a sus heridas. Dichos asaltantes nunca pudieron recuperarse debido a una enfermedad todavía desconocida.
En este caso la policía detuvo a sus asesinos, aunque nunca encontraron quién fue el ideólogo del asalto a esa comisaría concreta y ningún de ellos dijo nada al morir de la misma enfermedad que sus compañeros.
A pesar de los rumores nunca se ha confirmado que la red de la policía tuvo un asalto a su base de datos de la cual pudieron extraer un solo archivo antes de que la policía consiguiera rechazarles el ataque. Este hecho está relacionado con que nunca se supo que había pasado una confesión de un tal “Sombra”.
Por eso durante mucho tiempo todas las agencias de todos los gobiernos han buscado a un delincuente llamado “Sombra”. De este delincuente no sabían nada porque la foto que tenían era de un jefe de una banda criminal posteriormente desarticulada.
Sin embargo, hace unos veinte años la policía dejo de buscar a “Sombra” para empezar a buscar a una mujer con el mismo nombre, famosa por no dejar pistas en sus delitos. Era tanta su fama de cruel que las madres dejaron de usar al hombre del saco para asustar a sus niños y lo sustituyeron por “Sombra” para así conseguir que sus hijos se tomaran lo que ellas querían.
Una filtración de última hora confirma que la policía, por fin, ha encontrado a esta delincuente que lo único que pidió para su confesión era que estuviera presente un sacerdote para que le pudiera dar la absolución ya que sabría que no iba a sobrevivir en la cárcel mucho tiempo.
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