Teutoburgo 2
El sistema de la legión es siempre el mismo: tres cohortes al principio, tras ellas lo que no es militar, que se protegen por los costados con dos cohortes a cada lado y al final de todo, las últimas cohortes. Cada cohorte está formada por seis centurias, nosotros nos encargamos de estar al final del todo pudiendo ver a toda la legión, pero la maldita ballista tenía otra idea.
Por eso estamos en el lío que estamos, por la culpa de la maldita ballista. Tenemos que buscar a las demás cohortes de nuestra legión. Me conformo con empezar con una centuria antes de una hora.
Comenzamos a andar a buen ritmo. En menos de doscientos pasos nos encontramos con veinticuatro hombres. Están destrozados, cansados.
– Ave César, centurión Centelo de la sexta centuria. ¿Quién está al mando?
– Ave César, optio Regulo. Señor, yo no puedo estar al mando. Aunque como optio debo suplir la muerte de mi centurión, no puedo. Acabo de ascender a optio, no sé mis funciones actuales, no puedo liderar.
– Optio, ¿alguna discrepancia en formar una sola centuria con mis hombres?
La mirada de agradecimiento del pobre muchacho lo dice todo. Veintiséis hombres míos más veinticuatro suyos. Somos dos centurias y no llegamos a completar una normal, no llegamos a los ochenta…. Está peor de lo que pensaba.
– Optio Regulo mantendrá la dirección de sus hombres. Optio Cornelio, mantenga los nuestros.¡¡ En marcha!! sigamos nuestra progresión. Cada uno de su contubernio que tenga una antorcha.
Los hombres de Regulo recogen sus mochilas, escudos y todos los pilums que pueden. Nos siguen al mismo ritmo. Nada más empezar a andar, un caballo sale de la vegetación que tenemos ante de nosotros. Lo monta un decurión de la turmae de nuestra legión.
– Ave, decurión Tuberión. ¿Qué centurias soís?
– Ave, centurión Centelio al mando de la quinta y sexta centuria de la décima cohorte.
– Salve a Júpiter, ¡¡por fin!! Creí que nunca os encontraría. Rápido, estamos formando el campamento de la XIX legión a unos mil pasos de aquí. Reuníos allí. Iré delante para avisar que os esperen.
– Un momento decurión. ¿Por qué nos tienen que esperar? – pregunto agarrando del bocado al caballo para que no salga corriendo.
– ¿No lo sabéis? Los malditos germanos liderados por Arminio nos han separado de las otras dos legiones. Estamos solos. Nuestro legado se encuentra con Varo. Ahora mismo los únicos que están poniendo algo de orden son los tribunos y los centuriones. Al llegar tus centurias, tendrás que ir a una reunión conjunta.
– ¿Y el primus pilus?
– Señor, tengo prisa, por favor – suelto el bocado del caballo y se da vuelta; pero justo antes de entrar de nuevo en la espesura me grita – El primus pilus ha muerto.
Ahora sí que estamos jodidos de verdad.
Los dos optios han escuchado toda la conversación, pero solo Cornelio que tiene confianza es capaz de hablarme.
– Señor, ¿en dónde diablos nos ha metido Varo?
– En las profundidades del Inframundo, Cornelio, en el mismísimo reino de Plutón nos ha mandado Varo.
Doy la orden de seguir el camino del decurión. El ritmo es el de marcha normal, ya que no quiero que lleguen reventados al campamento del XIX. Si es de verdad nos han dejado aislados de las otras dos legiones necesitaremos toda la fuerza que tengamos. Los árboles siguen cerrándonos el camino. El viento sopla fuertemente. Nosotros no queremos estar, el bosque no quiere que estemos.
A los mil pasos nos encontramos con la primera guardia. Al lado de ellos se encuentra el decurión que ha llegado más rápido gracias a su caballo. Sin más dilación, empieza a hablar:
– Rápido centurión le están esperando para empezar la reunión. Este legionario que tengo al lado le indicará el lugar donde situarse. Usted tiene que seguirme hacia la reunión.
No es el típico campamento romano de noche. No tenemos las murallas estables habituales, nadie ha cavado el foso necesario. Se han limitado a poner las tiendas cada contubernio, dejar las dos grandes calles necesarias, pero poco más. En el centro del campamento, donde se junta las dos calles principales estaría la tienda del legado. En cambio, se encuentran los treinta centuriones que quedan vivos de la XIX junto a un tribuno. El único tribuno que se mantenía con la legión, en vez de, con Varo. El único que se merece respeto. Casio Querea.
– Centurión Centelo, le esperabamos – el centurión de la segunda centuria de la primera cohorte, sin contarse, rapidez y organización, lo que necesitamos. Lo más cercano que tenemos ahora mismo a una institución de mando, aparte de, claramente, Casio Querea.
– He perdido a más de la mitad de mis hombres. Me he encontrado con la quinta centuria que había perdido a su centurión y se han unido a la mía. Aun así, no formo una centuria entera.
– Ahora mismo nadie tiene una centuria entera. El problema es el siguiente Centelo, nadie quiere decidir qué hacer. El paisaje de delante está inhabilitado porque los malditos germanos han cortado los árboles. Centelo, tú tienes más experiencia dinos qué opinas.
– Viendo el campamento que tenemos, solo podemos hacer una cosa. Salir esta noche, talar los árboles y unirnos a las otras dos legiones. Si esperamos a por la mañana los germanos nos matarán como a perros. No tenemos otra opción.
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Referencias históricas:
Ballista: Máquina de guerra que utilizaban y transportaban las legiones romanas para las batallas a campo abierto y para los asedios. Lanzaban grandes dardos que dañaban a multitud de enemigos.
Decurión: Mando intermedio dentro de la caballería romana. Se encarga de dirigir a una turmae o escuadra de caballería.
Primus Pilus: Centurión de la primera cohorte, primera centuria. Dirige la legión a falta de legado o comandante de la misma.
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